Fotografías de

Héctor Santos


 

El primer contacto para la realización de este proyecto se produce con la presentación de un modelo de negocio basado en la empanadilla, como producto existente en todas las culturas conocidas.

Debía tratarse de un local de restauración donde se maridara la filosofía “fast good” con la estética de los años 50.

El modelo de negocio y su imagen, tenía que ser convertible en franquicia.

Con estas premisas, basada en la empanadilla como producto de todas las culturas, buscar el lugar para el primer establecimiento de estas características, fue fácil al pensar en Santiago de Compostela, su casco histórico, y en una de las calles de mayor paso para los peregrinos en su camino hacia la Catedral, c/Casas Reales.

El local, objeto de este proyecto, antigua tienda de moda y anteriormente chocolatería, se debía de convertir en la idea de lo comentado anteriormente, un espacio tipo restaurante, de comida rápida (fast food), pero en este caso, comida buena (fast good), donde la base del producto a servir será la empanadilla (salada – dulce).

Mencionar que la receta de donde sale en gran medida el modelo de negocio que se gesta, es de la República Dominicana, de donde es oriunda la responsable de este local.

En este modelo de negocio, era importante para los propietarios que desde la calle, se pudiese ver tanto la elaboración del producto como a los consumidores.

El local, muy estrecho y largo, con una superficie construida interior de 114,86m2 y una superficie útil de 111,21m2, se distribuye retirando hacia la parte trasera la zona de elaboración del producto (cocina) y dejando toda la parte delantera del local para el cliente y su atención. Todos en contacto visual con la calle y la luz.

Al local se accede a través de un vestíbulo previo, para a continuación, disponer de una serie de sillones con mesas, aseos a la izquierda, desembocando todo en la zona de atención (despacho de la empanadilla y resto de productos). En la parte trasera de la atención, se encuentra la cocina vista y un almacén.

La imagen retro, tipo años 50 del local, se consiguió combinando el color azul de esa época con el blanco, además de una serie de imágenes y elementos de la marca Coca Cola de ese tiempo (color rojo).

El “modulor” de ocupación para el cliente, se pensó para 4 personas, mesa y sillones.

Los sillones acolchados en el color azul tan reconocible, se realizaron en polipiel con los pespuntes y burletes blancos. Las mesas se realizaron con tablero de formica blanco con acabados y pata en acero inoxidable brillo.